Carta a mi yo del pasado
A mi yo del pasado:
Es más fácil fallarse a uno mismo que fallarle a otros.
Es más fácil romper tu palabra contigo, que faltar a una reunión de trabajo con un casi conocido.
Es más fácil descuidar tu cuerpo. Comer a deshoras frente al escritorio. O desvelarte con tal de cumplir un proyecto.
Es más fácil, porque aparentemente no hay consecuencia inmediata.
Tampoco hay recompensa.
Pero a largo plazo cobran facturas los desvelos.
Cobran facturas las veces que dejaste de ir al gimnasio o hacer ejercicio.
Cobra factura el no comer a tus horas. Pasar la mayor parte del día sentada. Y el tiempo que no dormiste bien.
Olvidar tus sueños tiene consecuencias.
Posponer tus ilusiones tiene consecuencias.
Sólo que no son inmediatas y por eso parecen no importantes.
Pero lo son.
Escribí esto en febrero de 2019:
“Me inspiran tus jornadas de 16 horas”, me dijo Alexis mientras me abrazaba muy fuerte. Él es un emprendedor que nació en una familia de empresarios. Hacer dinero para él es fácil, como dice, “lo lleva en la sangre”.
Con apoyo familiar hizo crecer su primera compañía de drones, hasta que logró ganar 100 mil pesos al mes con la renta de sus servicios. Yo, por otro lado, tengo dos trabajos paralelos: doy clases en la UNAM y soy periodista. Aun con mis dos sueldos, no he podido equiparar la mitad del salario que Alexis logra meterse al bolsillo cada mes.
A pesar de mi situación financiera, mi historia le inspira. Mis ojeras le inspiran. Mis desvelos le inspiran. Mi falta de tiempo le inspira.
En parte es culpa mía, presumo que estoy ocupada, como él presume su dinero. Y cada vez que se libera un espacio en mi agenda, decido llenarla con algo. Así terminé yendo a clases de inglés, con una suscripción al gimnasio y con una maestría los fines de semana.
¿En qué momento se volvió tan valioso no tener tiempo? Muchos de mis amigos son como yo. Y mis redes sociales se han vestido de imágenes muy parecidas a esta:
Y cada vez que alguien comparte una imagen como esta en redes sociales para quejarse, se pinta una sonrisa perversa en su rostro, “ Yo contando los miles de proyectos que tengo. Yo presumiendo que estoy trabajando en fin de semana. Yo presumiendo mi autoesclavitud”.
Y eso por alguna razón, nos inspira.
Querida Isis de hace 4 años, tengo una buena y una mala noticia para ti:
La mala: Nos seguimos autoexplotando por 4 años. Aunque por más dinero, si eso te da consuelo. La buena: Ya nos despidieron, y por primera vez, gracias a ese suceso; estoy escuchando tu mensaje. Tenías razón. Gracias por escribir esto.
Isis del futuro, guardo estos textos para ti. Los hago públicos para que no vuelvas a olvidarlos durante tanto tiempo.
A veces quisiera dejar de hablar de esto y darle vuelta a la página. Pero cada palabra me ayuda. Ten paciencia. Es una montaña rusa, estarás arriba y abajo tantas veces como sea necesario hasta que llegue un siguiente tren.
Mientras tanto, vamos a vivir juntas lo que muchos padecen en solitario y vamos a espejearnos en las historias de otros.
Mientras tanto, Isis. Mientras montamos un nuevo tren.